Territorios Inciertos

Exposición Fredy Alzate y Gabriel Botero
Curaduría / Conrado Uribe
Sala de Arte Suramericana – Galería JoseAmar, 2016

Fredy Alzate está interesado en visibilizar procesos constructivos y destructivos que tienen lugar en un sinnúmero de prácticas cotidianas. Sus proyectos plantean el reconocimiento de la interacción entre la arquitectura, la economía y el paisaje, lo que configura la emergencia de un lugar social. Su objetivo es el de alertar imaginarios y establecer narrativas que aludan a la naturaleza amenazada, el urbanismo desenfrenado y los estados de contingencia que definen -en parte- la experiencia del sujeto contemporáneo. Para Territorios Inciertos en particular, Fredy Alzate interpreta el paisaje contemporáneo, determinado en parte por la agresión de sus territorios y el agotamiento de sus recursos. En esa modificación, apropiación y alteración física de los paisajes se producen otros nuevos, unos en los que las acciones de cavar, horadar, explotar, minar y devorar, producen vacíos y oquedades que dan cuenta de algunas de esas contingencias actuales, mientras detonan interpretaciones sobre lo viable. Esos huecos dejan de ser meras huellas en la geografía, resultado de las acciones humanas directas, para transformarse en poderosas metáforas que se ubican entre lo económico, lo social y lo ontológico. Dicho de otro modo, las obras de Alzate operan en tanto que símbolos visuales y plásticos de los múltiples agujeros rastreables en los sistemas de producción, las comunidades y el ser. Y es en la relación con los individuos que la cuestión de la escala de las obras cobra relevancia. Para el artista es importante el lugar del cuerpo en la experiencia estética del arte, tanto en el momento de la creación / producción, como en el estadio de su recepción y apropiación. Los vacíos en la obra de Alzate, específicamente en las esculturas que componen el presente proyecto, tienen un peso que es paradójico: crecen y decrecen, van y vienen, entran y salen. Manifiestan una serie de reflexiones que hacen que las obras sean ricas en sentidos: ¿es posible soportar y “andamiar” el vacío, sentar los fundamentos de lo que no tiene, sostener lo insostenible? ¿Cómo representar el vacío desde su opuesto sensible, la materia? El espectador se enfrenta inevitablemente ante la desazón de lo in-estructurable. A su vez, las pinturas levantan una sospecha en torno al paisaje, lo interrogan. Ofrecen ruinas no explícitas, contingencias, distopías. Sin dejar de plantear problemáticas propias de la práctica pictórica: texturas y matices; superposición de líneas y campos de color; formas planas superpuestas a zonas en las que se representa el volumen de capas; llenos y vacíos; formas geométricas y orgánicas. En la relación de las obras bidimensionales y tridimensionales, se abren diálogos colaterales que permiten la aparición de nuevos enunciados en torno al territorio.

 

Conrado Uribe

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