Quinta Fachada

VII PREMIO LUIS CABALLERO
Quinta fachada

Proyecto/Museo de Arquitectura Leopoldo Rhoter
Universidad Nacional, Bogotá

Borrando bordes, evidenciando límites

No cabe la menor duda de que el organismo arquitectónico ha invadido una inmensa superficie del planeta, produciendo el pavoroso paisaje en el que habitamos en todos los rincones urbanos del globo. Infortunadamente, el Proyecto Moderno y su vástago, la Arquitectura Moderna, no lograron resolver democráticamente los problemas reales de habitación del ser humano mediante el sueño ideal de un mundo higiénico, unitario, abstracto y racional.

Por el contrario, la realidad, y particularmente la de nuestras ciudades en vías de desarrollo, evidencia la pugna permanente entre las ideas abstractas del urbanismo y la arquitectura modernos frente a la desesperada, precaria, inestable y mutante cotidianidad habitacional de quienes ingeniosamente echan mano de toda clase de recursos para resolver su problema de supervivencia básica. El cobijo improvisado y efímero de los millones de casas de los barrios marginados de estas ciudades confirma la imposibilidad y la limitada capacidad de la arquitectura formal y académica.

La espacialidad y la piel de estas arquitecturas contingentes establecen una estética inestable, de tensión permanente, de transitoriedad y fragilidad, que pone al descubierto las diferencias, los abismos y las discriminaciones sociales. La versión opuesta a la idea utópica, higienista y ecológica de la terraza jardín, promulgada por el padre de la Arquitectura Moderna, el suizo Le Corbusier, se ve trastocada por completo en las cubiertas de estos albergues básicos que, como quinta fachada, reclaman dignidad. La mirada celeste que estos techos representan recuerda las condiciones propias de la existencia humana –corpórea, finita, atada a la materialidad y a la Tierra– y, al mismo tiempo, pone en cuestión el sentido profundo de morar el planeta en armonía.

Entre esta visión de mundo, la propuesta plástica de Fredy Alzate retoma la realidad mutante de la contingente supervivencia para lanzar un llamado crítico y, al emplazarse en el Museo Leopoldo Rother, bastión insigne de los postulados modernos, devela la contradicción propia de aquellas ideas racionales. Por ello, la quinta fachada envolvente se concentra en sí misma para aislar a su habitante de aquel otro mundo ajeno, prístino, de geometría simple y abstracción formal, que evade la consistencia compleja del ser humano.

De esta manera, Quinta fachada aborda la ciudad planetaria real en esta propuesta artística que trasciende los límites disciplinares del espacio escultórico para contemplar los territorios de la arquitectura y constituirse ella misma en contenido nuevo, original, que actúa sobre el universo construido por el ser humano en su afán de establecer mundo. Acudimos aquí a una obra que “[…] tiene el poder de yuxtaponer en un único lugar real distintos espacios, varias ubicaciones que se excluyen entre sí”[1].

Juan David Chávez Giraldo
Arquitecto, Mg. en Historia del Arte, Doctor en Artes (C)

Profesor Titular Universidad Nacional de Colombia

[1] Foucault, Michel. “Los espacios otros” [conferencia en el Centre d´Études architecturales en marzo de 1967, publicada en Internet], disponible en: http://textosenlinea.blogspot.com/2008/05/michel-foucault-los-espacios-otros.html (consulta: 30/09/2013).

Texto desarrollado para la aplicación al Premio. Fredy Alzate

Cuando con fines analíticos se equipará a las ciudades con organismos, normalmente su crecimiento se sitúa en una falsa imagen. Los procesos de crecimiento urbano no operan de manera lineal a pesar de naturalizarlos como representaciones de formas variables. Por ejemplo, algunas casas en barrios informales en ciudades como Medellín o Bogotá aparecen en proceso, abiertas a una multiplicidad de soluciones alternativas implícitas en contextos inmediatos.

Por este motivo, uno de los objetivos del proyecto Quinta fachada es trasladar referencias objetuales, a un lugar en que se evidencie los vacíos que dejan las impuestas valoraciones de lo que es útil y relevante en nuestra sociedad, para nombrar las fisuras y los irresolutos presentes en la arquitectura de la supervivencia, y así, visibilizar estados de contingencia y dimensiones simbólicas del paisaje urbano.

El Museo de Arquitectura Leopoldo Rother, ubicado en la Universidad Nacional de Bogotá, propicia un marco referencial ideal para desplegar signos que aludan a las interconexiones que se establecen entre el contexto social y el pensamiento arquitectónico. El edificio de la antigua imprenta Universitaria, es desde 1986 la sede del Museo Nacional de Arquitectura de la Facultad de Artes, creado para conmemorar los 50 años de existencia de la facultad, la primera en Colombia. El objeto anotado entonces fue conocer, recopilar y difundir la arquitectura colombiana. A partir de 1992 cambió su nombre a Museo de Arquitectura Leopoldo Rother, en memoria del arquitecto alemán catedrático de la Facultad y cabeza del Plan de la Ciudad Universitaria. El edificio es una de las obras maestras de la arquitectura moderna en Colombia y bien de Interés Cultural de Carácter Nacional desde marzo de 1995.

En la presente propuesta la arquitectura se tomará como símbolo, en su posibilidad disciplinar para expresar de forma efectiva problemáticas urbanas, por la capacidad de implicar el accionar de la sociedad y del individuo. El título alude a uno de los cinco puntos de una nueva arquitectura que planteo en 1926 Le Corbusier, al presentar un documento donde expuso en forma sistemática sus ideas arquitectónicas y que representan una importante innovación conceptual para la época: La quinta fachada. Para Le Corbusier la superficie ocupada en planta por la vivienda debía de ser devuelta a la naturaleza en forma de jardín en la cubierta del edificio, convirtiendo el espacio sobre la vivienda en un ámbito aprovechable para el esparcimiento, que además permitía mantener condiciones de aislamiento térmico sobre las nuevas losas de hormigón.

Silvia Arango en su libro “Historia de la Arquitectura en Colombia”, plantea que el reconocimiento de lo moderno en la arquitectura colombiana está determinado por tres formulaciones construidas en décadas anteriores (1920 y 1930) en Europa, y a estas variables se agrega una más que propone el entendimiento de lo tecnológico: Racionalidad Funcional, Abstracción Formal, Geometría Simple, y Eficiencia Constructiva.

Cuando visité por primera vez algunos barrios de Ciudad Bolívar, tuve cierto extrañamiento, producto de una angustia generada por la manera como la ciudad asimila y normaliza las diferencias, por la forma como emerge la idea de centro y periferia y el establecimiento de códigos visuales, de expresión y comportamiento que, en suma, tienden a estratificar los grupos, facilitando su clasificación y la fijación de límites sociales y económicos.

Techos en barrios periféricos en Bogotá y Medellín, la quinta fachada, como consideró la arquitectura moderna las azoteas que se integran a la masa de la construcción como elemento formal, son el punto topológico de la investigación que da lugar a este proyecto.

Las primeras imágenes que aparecen en los recorridos realizados en el barrio Casucha en Ciudad Bolívar expresaban un conjunto de identidades precarias, formas abiertas e inestables: los techos de varias casas, visibles desde zonas altas, exponían un inventario de objetos abyectos y materia heterogénea. La casa soporta en sus techos el peso indolente de ruinas y vestigios. Pero, como en una contradicción de fuerzas, la materia extraña pisa los techos, evitando la destrucción por efectos de la fuerza de lo natural. Casas que se levantan retando la gravedad, apoyadas en estructuras que exponen una fragilidad temible, luchan por no dejarse caer.

Esta situación conduce a cuestionar la forma como palos, piedras, ladrillos o cualquier cosa que tenga peso se posan en los techos de muchas de las viviendas. La piedra, elemento primigenio para la construcción de viviendas y de múltiples significaciones en la historia de la humanidad, asedia, en ese contexto, la seguridad de quienes la habitan. Así, la idea de casa como contenedor que acoge de manera natural se presenta como trampa. El techo se desploma, se precipita, es lo que hay que levantar para evitar el desmoronamiento de la construcción.

La imagen de los techos y la idea de casa como trampa me llevaron a explorar estrategias formales que relacionaran la piedra, la fundación, el lindero y la parcela. Lo frágil, lo duro, lo estable, lo flexible, la lucha diaria, la inestabilidad, lo perdurable, lo que está a punto… de caer o de permanecer. La suspensión, el equilibrio, la contradicción de las fuerzas. La testarudez.

La interdependencia…

**

El espacio no es más que un cruce de movilidades y se pone a funcionar por los desplazamientos que en él se producen y que son los que le circunstancian y lo temporalizan. El espacio no reúne las condiciones de estabilidad y de univocidad que caracterizan el lugar, del que participa, puesto que el espacio es el lugar practicado o la práctica del espacio. Nos devuelve otra vez a Kant y su idea de que el movimiento es la dimensión empírica del espacio lo que lo hace experimentable.

Kant. “Critica de la razón pura”, PPU, Barcelona, 1989

Emplazamiento/ El proyecto Quinta fachada comprende tres instancias formales:

1.

La imagen de una teja de zinc en mitad de un lote baldío en Ciudad Bolívar, retorcida por el viento que la desplazo por el territorio, y que quizás era parte de una vivienda del sector, es el signo que pretendo redimensionar con las dos estructuras principales que serán emplazadas en la sala 3 del Museo de Arquitectura Leopoldo Rother. Al recrear a escala natural dos techos plegados en una forma cilíndrica, con la tipología de la arquitectura vernácula[1], pretendo una narrativa que pierda ubicación física y temporal, para proyectar tensiones dadas en la relación del hombre con la naturaleza y señalar paradigmas de la arquitectura moderna. Adicionalmente los espectadores podrán atravesar la estructura aproximando un paisaje sonoro y ruidoso, como el que produce el viento y la lluvia en viviendas informales.

En la Sala 2 del Museo de Arquitectura Leopoldo Rother, se construyo un muro en drywall para crear un espesor entre el muro real y el de madera que recubrirá el área de una de las paredes de la sala. Esto permita empotrar y camuflar unas estratigrafías en madera reciclada que semejen huecos y que tendrán correspondencia con las piezas en positivo que estarán dispersas en el suelo. La intención de esta extracción, es problematizar la arquitectura del Museo, contaminando los preceptos modernos a través de un simulacro que invita al espectador a tomar mayor atención al diseño arquitectónico del edificio.

Para la sala 1 del Museo de Arquitectura Leopoldo Rother, propongo un conjunto de piezas escultóricas (tres o cuatro en pequeña escala) y dibujos, que serán planteados a partir de revisar los archivos que reposan en el Museo sobre la arquitectura moderna y derivas formales surgidas de observaciones en el trabajo de campo que he realizado en investigaciones recientes.   El despliegue de elementos buscara subvertir estrategias museográficas y museológicas para presentar proyectos arquitectónicos. El interés es revisar dinámicas procesuales que impliquen el reconocimiento de la arquitectura, el territorio y la configuración de un lugar social, con especulaciones formales que perviertan las convenciones de la representación instrumental de la arquitectura y el urbanismo. Por un lado, para aludir a paradojas que determinan la experiencia de habitar la ciudad; y por el otro, exponer sistemas de pensamiento procesual como referencias cruzadas que activen líneas narrativas metafóricas.

Es posible que para esta sala acoja o actualice algunos trabajos recientes. Por lo tanto, en el anexo visual presento ejemplos que proyecten lo que pueda ocurrir en el conjunto de piezas que integren esta instancia formal del proyecto.

***

En suma, mi interés es activar un recorrido por el Museo de Arquitectura Leopoldo Rother, que propicie al visitante una experiencia que no es necesariamente la de representar o reforzar los valores conocidos de la arquitectura o la ciudad, sino de expandirlos, de cuestionarlos y confrontarlos.

 

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